lunes, enero 23, 2017

Lo fantástico en los albores de Televisión Española. Las adaptaciones de Luis Peñafiel

Lo fantástico en los albores de Televisión Española. Las adaptaciones de Luis Peñafiel para Historias para no dormir.
Alfonso Merelo Solá
Universidad de Huelva
Ponencia en el congreso


 VISIONES DE LO FANTÁSTICO 
EN LA CULTURA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA

I Congreso Internacional sobre lo fantástico en narrativa, teatro, cine, televisión, cómic y videojuegos

UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
19, 20 y 21 de noviembre de 2012




RESUMEN
En la década de los años 60, en los albores de Televisión Española,  la ciencia ficción, la fantasía y el terror formaban parte de las emisiones televisivas. Por medio de series, generalmente de procedencia norteamericana, los espectadores tenían acceso a los programas de un género que en la época parecía ser agradable a los programadores. Viaje al fondo del mar, Perdidos en el espacio, Los Invasores, Belfegor, el fantasma del Louvre o Guardianes del espacio fueron grandes hitos en la primera década de la andadura de TVE.
  En este panorama hizo su irrupción con gran fuerza un personaje fundamental en el género fantástico español: Narciso Ibáñez Serrador. Este todo terreno televisivo diseñó para TVE una serie, en varias temporadas, titulada Historias para no dormir. En esta serie se  abordaron guiones adaptados de varios autores clásicos del terror y de la ciencia ficción.
El  presente trabajo pretende analizar las adaptaciones que Ibáñez Serrador, en su trasunto como Luis Peñafiel, efectuó de autores clásicos que escribieron historias de corte fantástico, generalmente encuadradas en el más clásico goticismo, Edgar Allan Poe, Robert Bloch o Henry James fueron adaptados a este formato televisivo del que Ibáñez Serrador se mostró como un consumando maestro.

¡Cuánto sufrimos con Chicho Ibañez Serrador
toda una generación de progres, militares sin
graduación, legionarios, masocas y otras hierbas!
Lorenzo Díaz







1. Narciso Ibáñez Serrador.

El género fantástico en España debe mucho a Narciso Ibáñez Serrador, que fue el artífice originario, casi en exclusiva, del género en la televisión. Este self-made-man pertenece a una familia íntimamente relacionada con la escena. Su padre, Narciso Ibáñez Menta, y su madre, Pepita Serrador, fueron grandes actores de teatro, primero en Uruguay, país natal de Ibáñez Serrador, y más tarde en la propia España. Nació en Montevideo en 1935 y después de la separación de sus padres, en 1947 viajó a España, acompañando a su madre, donde vive y estudia en Salamanca acabando allí el bachillerato. Después de una serie de aventuras, se enrola en un mercante para ver mundo y pasado un tiempo de aventuras marítimas vuelve a España donde se integra en la compañía de teatro de su madre, al principio como actor y posteriormente como adaptador y director. En 1957, estrena su primera comedia, un monograma titulado Obsesión. Es en esta obra donde utiliza por primera vez el pseudónimo de Luis Peñafiel que le acompañará en adelante en todas sus firmas de guiones y escritos literarios. Luis Peñafiel no es nada más que el tercer nombre y el cuarto apellido de Ibáñez Serrador respectivamente. Volvió de nuevo a Sudamérica, concretamente a Argentina, requerido por su padre que estaba en aquella época trabajando para la televisión de aquel país. Integrado en el mundillo televisivo argentino, realiza para ésta televisión, a finales de los años 50, una serie titulada Obras maestras del terror. En esta serie se efectuaron adaptaciones de relatos escritos por Edgar Allan Poe o Robert Louis Stevenson. En 1960 realizó El fantasma de la ópera, una serie basada en la novela de Gastón Leroux, que tendría un enorme éxito de audiencia. En 1962 sería en la serie Mañana puede ser verdad, donde comenzaría a desarrollar para televisión su gusto por la ciencia ficción.

Ibáñez Serrador recibe una oferta de Televisión Española para hacer Mañana puede ser verdad en España. Realmente esta serie fue un remake de la ofrecida en Argentina. Además contó con el protagonismo en muchos de los episodios de su padre Narciso Ibañez Menta, protagonista también de la serie original. A principios de los años 60, en 1966, se estrena la primera parte de la serie Historias para no dormir, que constará de varias etapas o temporadas en diferentes años y que trataré más profundamente a continuación.

En el cine sólo realizará dos largometrajes, ambos éxitos destacados en su época: La residencia y ¿Quién puede matar a un niño? La primera narra los hechos extraños de una residencia para señoritas en el siglo XIX y la segunda una singular, y macabra, rebelión de niños en una isla del Mediterráneo.

Posteriormente llegaría el gran éxito del concurso televisivo 1,2,3 responda otra vez, que permaneció en antena desde el año 1972 hasta 1994, en diferentes períodos. Dirigiría también otros programas como los concursos Waku Waku, Jimanji Kanana un remake del anterior en los 90, o El semáforo en 1996, el programa de divulgación sexual Hablemos de sexo –que popularizaría a la Dra. Elena Ochoa-. En 2004 vuelve a TVE con el espacio Un dos tres... a leer esta vez, enfocada a incentivar la lectura. Por fin, ya en la cadena privada TELE5, se encarga en 2004 de coordinar una miniserie con el título genérico de Películas para no dormir. Esta serie constó de 6 episodios dirigidos cada uno de ellos por un director distinto1. La cadena retraso incomprensiblemente el estreno de la serie hasta el año 2007.


2. La historia de Las Historias Para No Dormir.

A continuación voy a trazar una historia de las adaptaciones de contenido fantástico de esta serie. Dejaré para un futuro estudio de la misma todos los capítulos referidos a la ciencia ficción y a los guiones originales escritos ex profeso para la serie.

Historias para no dormir fue uno de los programas más famosos de TVE en la década de los años 60. Narciso Ibáñez Serrador fue su alma, su narrador, su padre; fue el protagonista principal al encargarse tanto de la realización y guión de todos sus episodios, siempre firmando como Luis Peñafiel, como de su presentación y de la dirección de actores. Se puede considerar la serie como un producto personalísimo del director.


Las fuentes parecían no estar de acuerdo en fechar el momento en que se emite el primer episodio de Historias para no dormir. La mayoría hablaban del viernes 4 de febrero de 1966, sin embargo, en la página de programación de televisión del periódico ABC, en su edición del jueves 20 de enero, se publicó lo siguiente:

«el viernes 21, a las 11.15 de la noche se emite Historias para no dormir (Realización de Narciso Ibañez Serrador). »

Desgraciadamente no se especifica cual es la historia para ese día. Es más, en ABC de Sevilla se publica este texto:

«11.15 Historias para no dormir. Nueva realización de Narciso Ibañez Serrador para TVE. (Existe la probabilidad de que las dificultades de montaje que se le plantean a este programa aconsejen aplazarlo hasta una semana mas tarde. En tal caso sería sustituido por un programa musical.»

Efectivamente, parece que realmente surgieron esos problemas técnicos, porque no sólo no se emitió ese programa, según todos los indicios, sino que hubo dos semanas de lapso en su emisión, pues la semana siguiente se emitió otro programa musical y es ya el día 4 de febrero cuando se anuncia el programa:

«11.15 Historias para no dormir (Presenta: “El cumpleaños” Basado en un relato de Frederich Brown (sic). Escribe, presenta y dirige Narciso Ibañez Serrador. Protagonistas: Rafael Navarro y Josefina de la Torre. Autorizada para mayores de 18 años. »

Este primer episodio, de unos escasos 13 minutos de duración, adaptaba el relato corto de Fredric Brown titulado Nightmare in Yellow2. No se trata de ningún relato de corte fantástico, pero si de terror y misterio. Es una puesta a punto, un punto de partida sobre lo que sería más tarde la serie en todo su esplendor. Ibáñez Serrador despliega sus conocimientos al servicio de crear un clima de pesadilla al que lleva al espectador atrapándolo en la historia. El primer programa comienza sin introducción; el plano de un ojo es la primera imagen que observamos. Es el ojo de un hombre que reconoce, en un diálogo interno, lo desagradable de su vida, y sobre todo el inmenso hastío hacia su mujer, una persona excesivamente pulcra y ordenada. El asesinarla se convierte en una obsesión. Técnicamente Ibáñez Serrador usa la voz en off del protagonista, a la mujer no se le oye en ningún momento, salvo el grito final, para ir narrando lo que en el relato Brown describe en tercera persona. Delicioso el diálogo interno de Rafael Navarro cuando entra en el banco, tildando de imbéciles y cretinos a todos sus compañeros. Termina el capítulo con la imagen del mismo ojo del protagonista pero esta vez cerrándose. El cumpleaños consiguió el premio a la mejor realización en el festival de televisión de Praga en junio de 1966.

Curiosamente la crítica de la época atacó duramente Historias para no dormir. El cronista de televisión del periódico ABC, de pseudónimo Viriato, lo llamó espúreo porque sostenía que no se podía emitir en televisión lo que estaba rodado en formato cine. Un ataque por la parte técnica, los recursos de Ibáñez eran puramente cinematográficos, y no por la de los contenidos que era lo realmente interesante y avanzado para la época.


3. Las adaptaciones de Edgar Allan Poe

Si ese primer episodio no se relaciona con el fantástico, muy pronto el realizador comienza a utilizar el relato fantástico como base para sus guiones y desarrollos televisivos. Estos relatos no son otra cosa que trasposiciones que ya se habían desarrollado para la televisión Argentina. De esa manera, Ibáñez parece autoplagiarse en el desarrollo de esta nueva serie. Probablemente está plenamente seguro de que la fórmula funciona y la adapta a los gustos españoles.

Ibañez Serrador afirma que leía a Edgar Allan Poe a la edad de 7 años, tal vez una edad demasiado corta para este tipo de lecturas. Es natural que estas lecturas marcaran su trayectoria posterior en su gusto por el terror, el misterio y lo macabro. Una enfermedad de niño le condicionó para estar horas y horas leyendo. El realizador comenta que El gato negro es una de las lecturas que más le impresionaron. Dijo en referencia a sus adaptaciones del escritor:

«Todo lo que puede hacerse de Poe en televisión se ha hecho. Ha sido un honor el llevar a Poe a la televisión».

El terror y el suspense no había sido adaptado anteriormente en TVE, pero TVE ya tenía una tradición de adaptación de grandes clásicos del teatro al formato televisivo. Era una fórmula que funcionaba con eficacia al disponer de un material de partida más que discreto. Ibáñez Serrador decidió, después de investigar sobre lo que no se había hecho, llevar esos relatos que le habían marcado, y que, como ya he dicho, había desarrollado anteriormente en la televisión Argentina.

El siguiente episodio en aparecer en la pantalla Es La Bodega, una adaptación de un cuento de Ray Bradbury titulado ¡Muchachos, cultiven hongos en el sótano!3 una historia de invasiones extraterrestres.

Sin embargo la primera adaptación de Poe, que tituló El último reloj, es un antecedente de la serie, digamos que es un episodio cero, en el que Ibáñez comienza a dejar intuir cual será la trayectoria posterior de los capítulos. Se emite en TVE el 18 de diciembre de 1965 a las 11 de la noche. El programa se anuncia en la prensa como «Tras la puerta cerrada. El último reloj». La adaptación de Peñafiel en esta ocasión consiste en tomar el relato El corazón delator y darle un giro de 180 grados que modifica, si no la esencia del cuento, si su desarrollo. En esta adaptación Thorbor, un deforme Narciso Ibáñez Menta, es un relojero que se asemeja mucho a Ebenezer Scrooge, el mítico personaje del Cuento de Navidad de Dickens. Tal como él, se trata de una persona extremadamente avara y sin un ápice de empatía hacia sus semejantes. Por contraste, su sobrino, Manuel Galiana, es una persona bondadosa y compasiva que no duda en dar su vaso de leche diario a Tommy, un pequeño mendigo interpretado por Pedro Mari Sánchez en uno de sus primeros papeles.

La diferencia entre el relato y el episodio está precisamente fundada en la conversión del protagonista en un desagradable Scrooge, en el que el viejo avariento se pasa la vida quejándose de lo poco que gana y contando las monedas de oro que atesora. En el cuento el viejo es una buena persona y el único que es malvado es su sobrino. Este cambio parece adecuado teniendo en cuenta que se produce un efecto moralizante; tanto el viejo avaro como su supuesto sobrino encuentran castigo a sus maldades. En este caso se hace casi de justicia el asesinato del avariento personaje y que, dada su condición de malvado, pueda ejercer su venganza incluso después de muerto. Por otra parte el supuesto sobrino es un serial killer que no duda en eliminar a cualquiera que se le cruce en el camino, caso del auténtico Sidney, o del infortunado Tommy asesinado asimismo por el psicópata. El desencadenante del asesinato en el relato original no es otro que el ojo velado del viejo. Ese ojo que, según el sobrino, lo vigila y lo vuelve loco. En el telefilme este elemento no es más que un accesorio para incidir más aún en la sordidez y miseria de Thorbor. En la versión argentina fue el propio realizador el que encarnó el papel del sobrino asesino. Los dos actores principales, Menta y Galiana, dan lo mejor de su repertorio haciendo un memorable trabajo actoral tanto al mostrar al viejo avariento como al tranquilo Sidney, posteriormente violento asesino. La música de Waldo de los Ríos, autor de prácticamente todas las partituras de la serie, contribuye a crear un clima opresivo y de terror que beneficia el conjunto.


La siguiente adaptación de Edgar Allan Poe, aunque realmente la primera encuadrada en Historias para no dormir, es el relato de corte macabro titulado El tonel. Este episodio, emitido el 4 de marzo de 1966, basa su guión en el cuento La barrica de amontillado. Peñafiel traslada la acción de Italia a Francia y el escenario del Carnaval a una fiesta de la vendimia. La historia de la venganza permanece como motor del guión, pero mientras que en el original se trata de lavar el honor del insulto, aquí se trata de vengar el honor marital de un marido despechado y engañado. Además se incorpora un elemento nuevo al castigo, que en este caso resulta doble pues tanto la adúltera como el amante quedan a merced de la venganza del vinatero. La historia está protagonizada por Antonio Casas y una jovencísima Gemma Cuervo. Peñafiel cambia el final al añadir una escena en la que aparece Gemma Cuervo que permanecía muerta en el interior de la barrica de amontillado. Así, los dos amantes quedan encerrados para siempre tras el muro.

El 25 de marzo de ese mismo año se emite El pacto, versión televisiva de La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar. Lo protagoniza su padre, Narciso Ibáñez Menta y un joven Manuel Galiana que interpreta a Valdemar. La historia es ampliamente conocida y narra el extraño poder que ejerce un mesmerista sobre un joven enfermo. En una atmósfera opresora, este personaje intenta procurar sosiego a un moribundo. Pero los efectos de esta técnica de hipnosis provocarán algo insólito y fantástico: la preservación de Valdemar de la muerte. En efecto, el personaje mientras que está hipnotizado no puede morir y sólo cuando es despertado, pese a sus ruegos porque esto no se haga, se descubre que llevaba varios meses muerto al descomponerse y convertirse en «[…]una masa casi líquida de repugnante… de aborrecible putrefacción.»

La adaptación de Peñafiel se divide en dos partes diferenciadas. En la primera, que no tiene ninguna relación con la historia de Poe, se presentan los personajes y, a través de uno creado ex profeso, se presentan las teorías del mesmerismo y de sus posibilidades. El fracaso del experimento permite que en la segunda parte se perfile la adaptación más fiel del cuento. La actuación histriónica de Ibáñez Menta hace que el resultado final no esté conseguido. Si bien se respetan algunos de los aspectos más básicos de la historia, su desarrollo y resolución están menoscabados sobre todo por la escasez de medios dispuestos. Tal fue así que el mismo programa sería objeto de una nueva versión varios años después esta vez con el título de El caso del Sr. Valdemar. Se dio la circunstancia de volver a contar con prácticamente el mismo plantel de actores que en la primera versión, siendo esta vez la actuación de Menta mucho mas comedido. Este segundo guión sigue fielmente el primero, siendo claramente una copia plano a plano y escena a escena, aunque redada esta vez en color.

El Cuervo fue un homenaje a Poe dentro de la serie. El gran atractivo y la admiración al autor que profesaba Ibáñez le llevo a realizar un biopic del autor norteamericano. El episodio se emitió el 29 de diciembre de 1967 y la protagonizó Rafael Navarro que ya había participado en otros episodios. En una parte de ella el protagonista narra parte del cuento El Cuervo mientra que deambula por diversas editoriales y revistas intentando que éste se publique sin conseguirlo. No es una historia con contenido fantástico pero su inclusión en este estudio se hacía necesaria al tratarse de la recreación de la vida de uno de los maestros del cuento tenebroso y macabro. La crítica fue excelente y la serie salió reforzada después de su emisión. Enrique del Corral, crítico de televisión de ABC, decía

«El amplio registro histriónico del señor Navarro vibro entusiasmándonos. Es difícil superar su creación. […] “El cuervo” nos pareció, incluso, una lección de cómo narrar en imágenes, como fundir, como encontrar rácores y utilizarlos para evitar el salto el “freno” narrativos, el tartamudo de la oración gráfica»

Por último tenemos una adaptación macabra titulada La Promesa que se emite el 26 de enero del año 1968. Está basada en El entierro prematuro, un cuento de Poe que incidía en el horror de ser enterrado aún con vida. Peñafiel sólo toma esta premisa para convertir el telefilme en otra cosa completamente diferente. Efectivamente está presente el terror al enterramiento en vida, pero el desarrollo y el final no tienen nada que ver con lo escrito por Poe. Si se conserva el valor fundamental del miedo a esta muerte aparente y el temor del protagonista a ser enterrado vivo. Pero ahí se queda el parecido. Mientras que en el cuento de Poe su angustiado personaje es un narcoléptico que teme que se le considere muerte, la versión de Peñafiel hace que el protagonista sea un enterrador que ha visto algunos cadáveres de vivos enterrados y su miedo es que le ocurra lo mismo. Para evitar eso hace prometer a su sobrina una serie de condiciones antes de que sea enterrado por si se trata de una muerte aparente.
La promesa firmada por la sobrina consiste en que en caso de muerte de su tío ella prolongará el velatorio por 3 días y lo enterrará en un ataúd con tapa de cartón y a escasos centímetros de la superficie. De esa manera se garantizará la posibilidad de salir de la tumba en caso de necesidad. El problema es que la sobrina no está muy dispuesta a aguantar esas condiciones y a continuar siendo la dueña de la funeraria.

El clima opresivo que produce Ibáñez Serrador se fija fundamentalmente en la sobrina desvalida, oprimida por un tío egoísta que sólo quiere hacer su voluntad sin importarle nada más, una suerte de Bernarda Alba masculina. Sin embargo la habilidad del guionista va trasformando a esa dulce muchacha, con una apropiada interpretación de Paloma Valdés, en una auténtica arpía que es capaz de enterrar vivo a su tío con tal de librarse de él. Lo que en Poe es un final feliz, al despertar el protagonista en una litera en lugar de una ataúd, aquí es un desenlace terrible que acaba con el tío arañando la tapa del ataúd.


4. Otros autores

Ibáñez Serrador adaptó a otros muchos autores además de utilizar guiones propios u originales de autores españoles. Ray Bradbury, Eugene O´Neill, WW. Jacobs, Robert Bloch o Fredric Brown entre los extranjeros y Jiménez del Oso o Carlos Buiza entre los españoles.

Dos títulos son los que se reflejan en este estudio por su importancia y por su inclusión nítida en el fantástico.

El primero de ellos es La zarpa, emitido el 3 de noviembre de 1967 con Tomás Blanco, Irene Gutiérrez Caba y Manuel Galiana como principales protagonistas. El episodio es una adaptación del relato La garra de mono escrito por W.W. Jacobs. El guión de Peñafiel es bastante fiel al relato original, si bien se permite algunas licencias cinematográficas. Nos encontramos con un argumento de las mil y una noches4 en el que el genio de la lámpara está sustituido por el amuleto de la garra de de un mono. Ésta concede tres deseos al que la porta, pero estos deseos siempre tienen una contrapartida desagradable. El realizador comienza presentando a los espectadores una taberna oriental donde las danzarinas ejecutan la danza del vientre. Así se refuerza la ascendencia oriental del relato e introduce al espectador en la trama del amuleto. La acción cambia de escenario y se traslada al Reino Unido donde la familia White recibe la llegada de un pariente llegado de la India. Éste militar les narra la historia de la garra de mono y los poderes que parece tener. Desesperado tira la pata al fuego y posteriormente se suicida ahorcándose. Este pasaje no está contemplado en el relato original pero su inclusión proporciona un dramatismo adicional. Los White aprovechan los deseos solicitando 200 libras para terminar de pagar la hipoteca. El deseo se cumple pero a costa de la muerte de su hijo, ya que el seguro de accidente paga esas doscientas libras. La madre, una genial Irene Gutiérrez Caba, pide la vuelta a la vida de su hijo y esto ocurre pero vuelve a la vida destrozado tal y como quedo al ser aplastado. Incapaz de soportarlo el tercer deseo será que vuelva de donde vino.

Para la realización del episodio se contó con los magníficos actores ya nombrados destacando entre ellos el papel de Gutiérrez Caba, una madre angustiada y horrorizada por lo que ha hecho. El realizador, con mucha habilidad, oculta la forma del hijo una vez resucitado. Sólo podemos vislumbra el horror a través de la cara de la madre, alucinada y horrorizada. Es curioso como en el imaginario colectivo se aseguraba haber visto el cadáver andante de Galiana. Esto nunca ocurrió pues son solo sus pies los que aparecen en escena. Ibáñez Serrador comentó que «casi al final del relato, cuando el matrimonio abre la puerta porque el hijo regresa del cementerio, muchos, muchos me juraron haber visto a Manolo Galiana; y hasta hubo quien me dio detalles de la putrefacción en su cara y de los gusanitos que anidaron en su pelo»

Las modificaciones introducidas por el guionista crean una escena ausente en el cuento consistente en una charla entre el hijo y el militar acerca de sus aventuras en la India.



El muñeco, última de las historias que se reflejan en este estudio, fue emitida el 1 de abril de 1966 y parte de la base de dos relatos de autores distintos. Por una parte está la novela corte Otra vuelta de Tuerca5, de Henry James, y Dulces para esa dulzura6 de Robert Bloch.

La base del guión es el relato de Bloch. Prácticamente está narrada toda la historia siguiendo las pautas del autor. Los personajes principales, el padre –Ibáñez Menta-, el tío Fernando Delgado y la hija Teresa Hurtado, están esencialmente igual que en el relato. De James se incorporan dos elementos como son la institutriz que aparece en la primera parte, interpretada por Maribel Martín, y la fantasmal aparición de la su primera institutriz muerta, o al menos su presencia. Las alteraciones de la conducta de la niña son el problema con que se enfrenta su padre que solicita ayuda a su hermano. Éste, contempla como el padre está desquiciado pensando que su hija es una bruja y que está ejerciendo algún tipo de hechizo sobre él que le provoca grandes dolores. El brusco final será la prueba de que esto resulta cierto.

Como es habitual, Chicho se vale de su padre para uno de los papeles estelares dando a Fernando Delgado el otro protagonismo. Dos actores que interpretan de manera muy efectiva sus respectivos papeles no siendo lo mismo la actuación de Teresa Hurtado, demasiado mayor para el papel que se le atribuye, aunque en aquella época tuviera 19 años. Realmente resulta extraño verla vestida de esa manera y comportarse como una niña pequeña. Probablemente el resultado final hubiera sido más ajustado si se hubiera proporcionado el papel a una niña de diez u once años. La nana que creó Waldo de los Ríos para este capítulo es una pieza que produce un desagradable desasosiego al que la escucha. Desde luego se ajusta al clima del episodio y contribuye a la eficacia del mismo creando un clima de terror y perturbación difícil de explicar.


5. Conclusiones

Jaime de Armiñán opinaba lo siguiente (Díaz 1994, 113):

«Chicho Ibañez Serrador creo que ha sido el realizador mas grande que ha tenido nuestra televisión: desde El asfalto hasta historias para no dormir pasando por el maravilloso Un, dos, tres, un ejemplo rotundo de lo que debe ser la televisión. Es una persona de televisión hecha para televisión. »


Desde luego la apreciación es contundente y no deja lugar a interpretaciones, y sin embargo yo no diría que es totalmente cierta, o al menos me parece excesivamente entusiasta. Es cierto que revolucionó la manera de hacer las cosas en TVE. Su experiencia en Argentina fue vital para desarrollar las Historias para no dormir. Hay que reconocer la increíble habilidad del director y guionista para poder vender una y otra vez el mismo producto. Muchas de sus adaptaciones en España parten de guiones previamente concebidos y realizados en Argentina. La estabilidad que le proporcionó TVE le permitió consolidar su faceta de creador al poder disponer de más tiempo para desarrollar sus ideas que culminarían con el enorme éxito del concurso 1,2,3 responda otra vez.

En su faceta de adaptador como Luis Peñafiel, buscó siempre historias clásicas y, singularmente, fáciles de adaptar al medio. Sus conocimientos como realizador le permitieron ver cuales de esas obras podían ser llevadas a TVE sin problemas de presupuesto. Poe fue uno de sus preferidos debido, sospecho, a su parquedad de escenarios y de personajes a incluir en sus cuentos. Pero si esta premisa última, la parquedad, no existía en el original Peñafiel la sustituía por otro escenario más íntimo y solucionaba el problema.

Chicho Ibáñez Serrador fue un habilidoso e imaginativo artesano que llevó a toda la España de los 60 por los caminos de la imaginación y de lo fantástico. Un camino que ningún otro director o guionista ha vuelto a recorrer de ese modo en la televisión española. Tuvo la habilidad de utilizar una y otra vez las mismas historias en varios formatos y épocas: Argentina, España y otra vez en Argentina, además de utilizar las mismas historias para su programa radiofónico Historias Para Imaginar. En definitiva, Chicho pudo ser nuestro George Lucas particular por su increíble habilidad de vender una y otra vez el mismo producto sin que los espectadores lo notaran.

BIBLIOGRAFIA

DIAZ, Lorenzo. La televisión en España 1949-1995. Alianza Editorial. Madrid 1994
DIAZ, Lorenzo. 50 años de TVE. Alianza Editorial. Madrid 2006
GALÁN, Elena. Los cincuenta años de Televisión Española. Proyecto de Investigación del MEC, n 3962: "Cultura, sociedad y televisión en España (1956-2006)”
MARTÍN-FERRAN, Manuel. «TVE 50 años. El primer programa». ABC (28/10/2006)
MERELO, Alfonso. Fantástica Televisión. Grupo AJEC. Granada 2007

NOTAS 
1 Los títulos de estas películas fueron: La habitación del niño (Álex de la Iglesia), Para entrar a vivir (Jaume Balagueró), La culpa (Narciso Ibáñez Serrador), Cuento de navidad (Paco Plaza), Adivina quién soy (Enrique Urbizu), Regreso a Moira (Mateo Gil)
2 Este relato fue incluido en el libro de Brown Nightmares and Geezenstacks editado en 1962 por Corgi Books.
3 Boys!, raise giant mushrooms in your cellar! Doubleday 1962
4 En el relato original la señora White dice en referencia a la garra «-Parece de Las mil y una noches -dijo la señora White. Se levantó a preparar la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos? »
5 The Turn of the Screw 1898

6 Sweets to the sweet. Publicada en Weird Tales en 1947

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