martes, octubre 22, 2013

LOS GENOCIDAS


LOS GENOCIDAS  
Thomas M. Disch

De vez en cuando, es importante acercarse a los que se ha tenido siempre por grandes clásicos del género. En esta ocasión vamos a recomendar una novela, que ya tiene sus años, pero que entra de lleno en lo que denominamos un clásico. He de reconocer que esta novela de Disch era una desconocida para mí, pero con esta nueva edición de la Factoría de Ideas he podido acercarme a un título mítico.

Thomas M. Disch escribe Los genocidas en el año 1965. Es su primera novela y es recibida por la crítica de manera entusiasta. Brian W. Aldiss la describió como una obra imaginativa cono una invasión como nunca se había escrito.

La trama es una vez más la invasión de La Tierra por parte de una raza extraterrestre. Nada nuevo, dirán ustedes; sí, pero hasta entonces nunca se había descrito una invasión de esa manera. Bien es cierto que El día de los trífidos, de Brian W. Aldiss, escrita en 1951 se asemeja en cierta manera a los planteamientos de esta novela. En ambos casos son plantas las invasoras y en ambos casos la civilización ha sufrido un retroceso hasta su casi total aniquilación. La diferencia está en la magnitud de una y otra invasión. Pese a que las dos son globales, la descrita por Disch es mucho más brutal por ser masiva. No hay escapatoria.

La novela comienza describiendo una pequeña comunidad rural en USA. La Tierra se ha sido invadida por unas enormes plantas que superan los 50 metros de altura, y que desplazan y destruyen todo el ecosistema terrestre. Estamos ya ante el hecho de una destrucción masiva de la humanidad. No hay comida, han muerto los animales y todas las plantas y cultivos han sido sustituidos por los invasores. En este entorno de desolación, Disch sitúa a unos pocos supervivientes en una situación límite. La comunidad está regida por un ultraconservador religioso, Anderson, que dispone de los suyos, unos escaso 100 componentes, de manera férrea. El retroceso de la civilización se muestra en toda su crudeza con el abandono de cualquier ley, sólo queda la del más fuerte, y la ausencia de normas morales convencionales.

No tenemos en este libro ni naves espaciales ni combates espectaculares; la invasión es tan sencilla como terrible. Los sembradores de plantas han aniquilado todo vestigio de los autóctonos y se limitan a tratar a los humanos como una plaga que ha de ese exterminada porque las plantas deben sobrevivir. No existe comunicación con ellos, ni empatía, ni tan siquiera se sabe cual es su aspecto. Todo es oscuro y desolado. Oscuro porque las plantas gigantescas tapan el sol y desolado porque después de la acción de los plantadores, aniquilando cualquier resistencia, la única posibilidad de sobrevivir consiste en refugiarse en interior de la tierra.

Como en todas las novelas catastrofistas, la antes citada El día de los trífidos, La muerte de la hierba, La carretera o Ensayo sobre la ceguera, la intención de autor es reflejar cual sería el comportamiento humano después de un cataclismo brusco. Todos los autores, todos, basan sus argumentos en que la humanidad en retroceso se comportará de manera salvaje y violenta. La cultura desaparecerá en este entorno y sólo las acciones de fuerza serán las que muevan a esa nueva sociedad. Sobrevivir a costa de todo y de todos. Esa desesperanza, esa falta de fe en el comportamiento humano es la que describe Disch en su libro. No queda un vestigio para ver la luz. Todo ha desaparecido y es hora de que la humanidad desaparezca también. Los pocos supervivientes son ejemplo de barbarie. No son héroes. No se puede sentir empatía por ellos. Son personajes desagradables. Pero lo peor de todo es que el lector se puede poner en el lugar de algunos de los personajes; yo, en su situación, haría lo mismo.

La bondad, la solidaridad y la ayuda para con otros semejantes, sólo funciona cuando la civilización de la que nos hemos dotado es fuerte, cuando sobran recursos que se pueden compartir. En el momento en que la economía -sí, es solamente eso- desaparece para todos, lo único que importa es sobrevivir. Y si para eso hay que prescindir de otros se prescinde. Es el dilema clásico de la legítima defensa: tú mueres o muero yo, y prefiero que seas tú.

La novela está muy influenciada por la Biblia. No es que Disch la tome como positiva o como referente, pero si que usa muchas referencias a ella. Anderson podría ser perfectamente un  patriarca bíblico, insensible, vengativo y fanático. La escena final nos retrotrae a la imagen de Adán y Eva, pero sin la imagen del paraíso. Per además de estas evidencias, la novela está trufada de paralelismos y de situaciones descritas en el Antiguo Testamento: el castigo, la sumisión a ese poder omnímodo de las plantas, los comportamientos con respecto a las mujeres o a los enemigos. Todo muy bíblico en el sentido más peyorativo del término.

Un gran clásico que debería ser objeto de una atenta lectura, o relectura en su caso.
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld  
(c) Alfonso Merelo 2012-2013

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