miércoles, diciembre 30, 2009

FARENHEIT 451

MIS CLÁSICOS DE CIENCIA FICCIÓN

FAHRENHEIT 451

Ray Bradbury


Ray Bradbury es uno de los clásicos indiscutibles de la ciencia ficción que, según muchos críticos, ha trascendido el género. Pienso que no es cuestión de trascendencia, y sí de buen hacer. Si un escritor es bueno, el género al que se adscriba o no es indiferente.


La novela, corta –son apenas 200 páginas- se empezó a fraguar, tal y como indica el propio Bradbury en el posfacio a una edición de 1993, en la biblioteca de la universidad de UCLA cuando, con una máquina de escribir alquilada, dio forma a la novela en apenas nueve días. El armazón partía de unos cuentos ya escritos y algunos publicados, como Usher II, incluido en su otra magna obra Crónicas Marcianas. El editor pidió una ampliación de la misma y ésta pasó de 25.000 palabras al doble, justo cuando Bradbury iniciaba su colaboración con John Huston para el guión de la película Moby Dick.


La historia está protagonizada por Guy Montag que es un bombero muy especial, especial porque, aunque reúne toda la parafernalia de un bombero al uso, uniformes, automóviles etc., su tarea, y la de sus compañeros, consiste en destruir toda clase de libros que, en ese futuro distópico, están prohibidos y perseguidos. Montag es eficaz en su trabajo, pero una serie de sucesos le harán dudar de su misión y pasará de ser un eficiente empleado a un rebelde perseguido.


Escrita en 1953 refleja el idealismo que poseía el autor en aquella época, idealismo que ha ido atenuando y perdiendo con el paso de los años. Bradbury incide en dos puntos básicos que desarrolla muy extensamente. De un lado tenemos el pesimismo que supone la descripción de una sociedad masificada y sin alicientes. Una sociedad “lúdica” en la que prima el pensamiento único y dirigido por el Estado. En un hipotético futuro, que parece que nos ha alcanzado, los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión, proporcionan programas “dirigidos” y “digeridos” para un público que se limita a mirar sin cuestionar o pensar en lo que está viendo. Esa sociedad se mueve por inercia sin tener un objetivo ni una meta. Es una sociedad alienada en la que nada importa mucho. Tan alienada que los intentos de suicidio por ingestión de “drogas” están tan a la orden del día que son tratados por simples operarios y no por médicos. La crítica feroz va dirigida contra la sociedad norteamericana de la época, en la que el autor comienza a ver signos de desgana y desgaste. Y se anticipa proféticamente a los contenidos medíaticos actuales a base de reality shows y programas de variedad “rosa” o deportivos que poco o nada aportan al espectador.

El otro punto fundamental es la rebelión contra el sistema establecido. En 1953 los USA están incursos en al guerra de Corea, una guerra contra el comunismo que implicita que, aparte de las motivaciones económicas, el gobierno norteamericano se decanta por una forma de pensar diametralmente opuesta a la de la URSS, pero que implica también que nadie se puede alejar de la norma y del pensamiento oficial –recordemos el McCarthysmo-. Bradbury recrea esa época negra en la que se acusaba y se condenaba al ostracismo a los “desviados” de pensamiento. Montag, gracias a los personajes que va encontrando - su vecina Clarisse, el profesor de filosofía Faber e incluso el capitán Beatty, comienza a pensar de manera independiente y “peligrosa”. El mismo capitán le advierte del peligro en el que se va a ver en vuelto si sigue esa conducta extraña. Aún así nuestro protagonista intenta buscar la verdad por otros caminos porque como él dice “Debería ser feliz, lo tengo todo y sin embargo noto que algo me falta”. Esa falta, esa carencia, es la libertad de decisión, o lo que es pero la libertad de elección, ausente en esa sociedad puesto que sólo hay un camino. El capitán Beatty explica muy bien cómo se llegó a ese estado de cosas:

Se abreviaron los años de estudio, se relajó la disciplina, se dejó de lado la historia, la filosofía y el lenguaje... La vida es lo inmediato, sólo el trabajo importa. Divertirse, sí, pero después del trabajo. ¿Por qué aprender algo salvo apretar botones, insertar llaves, ajustar tornillos y tuercas?”

Como novela de ciencia ficción nuestro autor usa muchos de los iconos del género, como puedan ser los robots –el Sabueso Mecánico, terrible robot que persigue a los infractores-, o la extrapolación de los programas de televisión (totalmente interactiva) llevada a un nivel que, aún, no conocemos, pero que anticipa, como ya hemos indicado, fenómenos como Big Brother.

Bradbury nos obsequia con un final esperanzador. El conocimiento, el pensamiento de los clásicos, perdurarán mediante la mas común de las habilidades humanas: la memoria. En definitiva un canto a las habilidades puramente humanas, una esperanza en la reacción y habilidad del hombre.

Raymond Douglas Bradbury

USA (1920- )

Es uno de los autores clásicos de la ciencia ficción norteamericana. Desde pequeño se vio atraído por la literatura, primero como lector, y después como colaborador en emisoras de radio, donde prestaba su voz narrando cuentos para niños. Publica sus primeros relatos en 1938 (en un fanzine propio) y su primer trabajo literario remunerado se publica en 1941 en la revista Super Sciencie Histories. Esta primera historia tiene como tituló Péndulo. A partir de 1943 vive de lo que escribe (quién pudiera), recibiendo el premio a la mejor novela norteamericana en 1945 por The Big Black and White Game.


Bradbury marca para muchos estudiosos la mayoría de edad y la consolidación como género de la ciencia ficción norteamericana, mayoría de edad que coincide con la expansión del género en el resto del mundo. Es una de las personalidades indiscutibles que trasciende los encorsetamientos del género y que no es desdeñado por la crítica ajena al mundillo de la ciencia ficción. Es un autor reconocido en los ámbitos mas generales de la literatura y como bien escribe Pablo Cappanna1 «... es una auténtica personalidad poética que canaliza todos los temas de autores anteriores en función de una sensibilidad muy personal y una actitud de rebeldía ante el american way of life ».

Uno de los motivos para que fuera, y sea, considerado y reconocido fuera del círculo “sectario” de la ciencia ficción fue su habilidad u oportunidad para publicar al margen de las revistas de género. Desde el principio, casi siempre, sus obras fueron editadas en revistas de gran tirada, las denominadas slick-paper magazines (la prestigioso Play Boy, entre otras). Esto hizo que pudiera acceder a público no especializado que extendió su obra y que produjo un reconocimiento fuera del “ghetto” del género.

Su amplia producción literaria se basa sobre todo en los relatos o cuentos cortos, aunque también escribe novela. Entre los múltiples premios recibidos el mas reciente es la National Medal of Art (Medalla Nacional del Arte) que recibió en el despacho oval de Casa Blanca y de manos del presidente George W. Bush, honor mas que dudoso, ya que estoy prácticamente seguro que el citado presidente no sabía ni quien era Bradbury.

Su bibliografía en castellano es mas que amplia, entre otras podemos destacar El árbol de las brujas (1993 y 2002), Armstrong (2006) , Ayermañana: respuestas evidentes a futuros imposibles (1997) , Cementerio para lunáticos (1993 y 2002) , Conduciendo a ciegas (1999), Crónicas marcianas (1992, 1997, 1998, 2001, 2002, 2004 y 2005), Cuentos de dinosaurios (1988) , Cuentos del futuro (1987), Cuentos espaciales (1994), De las cenizas volverás (2002) , Las doradas manzanas al sol (1993, 1996 y 2002), Fahrenheit 451 (1987, 1991, 1992, 1994, 1995, 1996, 1997, 2000, 2004, 2005 y 2006), Fantasmas de lo nuevo (1986, 2000 y 2002), La feria de las tinieblas (1986, 1992 y 2002), Hielo y fuego (1986), El hombre ilustrado (1998, 1991 y 2002), Las maquinarias de la alegría (1993 y 2002), El maravilloso traje de color vainilla y otras obras para hoy, mañana y después de mañana (2003), El país de octubre (1994 y 2002), Remedio para melancólicos (1992 y 2003) o El vino del estío (1996)

(c) Alfonso Merelo 2006-2009

1 CAPPANA, PABLO. El sentido de la ciencia ficción. Columba. Buenas Aires 1966

No hay comentarios: